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Cómo saber que estás ante un estúpido/a integral en 5 sencillos pasos...





Os dejamos las leyes de la estupidez humana con la que podrás detectar a cualquiera de ellos, se encuentran entre nosotros y son difíciles de esquivar.

Primera ley de la estupidez

La persona subestima la cantidad de estúpidos que la rodean.
Suena como el estatus en facebook de una niñita mimada pero la vida se ha encargado de mostrar que es cierto. Sin importar la opinión que tengas de la gente, siempre te encontrarás con las siguientes situaciones:
La persona que siempre pareció inteligente y racional acaba por ser un verdadero estúpido.
Los estúpidos siempre aparecen en los momentos y lugares más inesperados e inconvenientes para destruir tus planes.

Segunda ley de la estupidez

La probabilidad que una persona sea estúpida no depende de sus otras cualidades.
Años de observación me confirmaron que las personas no son iguales, algunas son estúpidas y otras no. Esto es una caracteristica impuesta por la naturaleza y no por factores culturales. El ser estúpido es una particularidad que se tiene o no, tal como el tipo de sangre, el color de piel o de pelo.
El nivel educativo no tiene nada que ver con la probabilidad de encontrar más o menos estúpidos en un círculo social determinado. Eso fue confirmado por numerosos experimentos llevados a cabo en universidades y sobre cinco grupos de personas: estudiantes, trabajadores de oficina, personal de servicios generales, ejecutivos y profesores. Después de analizar el grupo de trabajadores con bajo nivel educativo el número de estúpidos resultó ser mayor de lo que yo pensaba (primera ley), luego se procedió a clasificarlos de acuerdo a condiciones sociales: pobreza, segregación, educación insuficiente. Pero al ascender en la escala social me encontré con la misma proporción de personas inteligentes y estúpidas que entre los trabajadores de cuello blanco y los estudiantes. Lo que más me impresionó fue que en el caso de los profesores (ya se tratase de una institución local o una gran universidad) la misma proporción de educadores mostraron ser estúpidos. Estaba tan sorprendido por los resultados que decidí llevar a cabo el experimento en una élite de intelectuales: ganadores del premio nobel. Eso confirmó la fuerza absoluta de la naturaleza: el resultado fue que la misma proporción de laureados resultaron ser estúpidos.
Para muchos la premisa de la segunda ley es difícil de aceptar pero numerosos experimentos confirman que es una verdad de hierro. Las feministas estarán de acuerdo con ella por cuanto afirma que la cantidad de mujeres estúpidas no es mayor a la de hombres estúpidos, así como los habitantes de un país del tercer mundo se confortan al decir que los países desarrollados no lo son tanto. Las conclusiones de la Segunda ley asustan: ya sea que te codees con la flor y nata de la sociedad británica (por ejemplo) o te mudes a Polinesia con el fin de hacerte amigo de los cazadores locales; aunque te recluyas en un monasterio o pases el resto de tu vida en un casino rodeado de señoritas de compañía siempre tendrás que soportar a la misma cantidad de estúpidos cuyo número (tal y como lo dice la Primera Ley) siempre superará tus expectativas.

Tercera ley de la estupidez

Un estúpido es una persona cuyos actos tienen consecuencias negativas en la vida de otra persona o grupo de personas sin que eso le traiga algún tipo de beneficio a él mismo, pudiendo incluso dañarlo.
La tercera ley propone que todas las personas se dividen en cuatro grupos: incautos (IC), Inteligentes (IN), malvados (M) e estúpidos (E).
Si Pedrito ejecuta una acción que tiene por consecuencia pérdidas en la vida de otra persona pero le trae beneficios a Juanito entonces el primero hará parte del grupo de los Incautos (IC). Si Pedrito hace algo que le trae beneficio a él y a Juanito entonces se dice que es inteligente (IN). Si las acciones de Pedrito le traen beneficios a él y Juanito sufre las consecuencias, entonces podemos decir que Pedrito es un malvado (M). Finalmente, Pedrito sería un estúpido (E) si se encuentra en la parte perdedora en todos los casos.
No es difícil imaginarse la escala del daño que pueden causar los estúpidos si por algún motivo llegan a tener acceso a los órganos políticos o sociales dirigentes. Pero vale la pena especificar qué es lo que hace que sean tan peligrosos.

La gente estúpida es peligrosa porque para las personas racionales es muy difícil comprender la lógica de comportamiento irracional.
Una persona inteligente es capaz de entender la lógica de un malvado porque el malvado es racional y su única intención es conseguir más riqueza pero no es lo suficientemente listo para ganarla de forma limpia. El malvado es predecible y por eso es posible defenderse de él. Pronosticar las acciones de un estúpido no es posible, por lo tanto atacará y herirá sin razón, sin un objetivo y sin un plan, en el lugar menos esperado a la hora menos apropiada. No es posible predecir cuando el estúpido dará su próximo golpe. Al confrontarse contra una persona así, el inteligente está casi a merced de la estupidez de su contendiente que actúa de forma errática y muy peligrosa.
El ataque de un estúpido casi siempre ocurre cuando tenemos baja la guardia.
Incluso cuando el ataque se vuelve evidente es muy difícil defenderse porque carece de estructura racional.
De esto hablaba Schiller cuando decía: "Contra la estupidez, los propios dioses luchan en vano".

Cuarta ley de la estupidez

Los que no son tontos siempre subestiman el potencial destructivo de los que sí lo son.
Concretando, los "no-estúpidos" siempre olvidan que relacionarse con un estúpido en algún momento, en algún lugar y en alguna circunstancia es un error que le saldrá caro en el futuro.
Los incautos (grupo IN) por lo general no son capaces de reconocer el peligro que representan los estúpidos (grupo E), lo que no es sorprendente. Lo que sí sorprende es que los estúpidos también subestiman a los inteligentes y a los malvados. En presencia de un estúpido ellos se relajan y se mofan de su superioridad intelectual en vez de reaccionar de inmediato y llevar al mínimo el daño que sin duda alguna vez causará el estúpido con alguno de sus actos.
El estereotipo generalizado es que el tonto sólo se hace daño a sí mismo. No, no hay que confundir a los estúpidos con los pobres incautos. Nunca se debe entablar ningún tipo de alianza con los estúpidos pensando que será posible usarlos para obtener un beneficio. De hacer eso será evidente que no se tiene claro el funcionamiento de la naturaleza del estúpido. En ese caso se le estaría dando la oportunidad de deambular alrededor y causar daño.

Quinta ley de la estupidez

La estupidez es el tipo de personalidad más peligrosa que existe.
Por consiguiente:
Un estúpido es más peligroso que un malvado.

El resultado de las acciones de un malvado ideal es una simple consecución de sus malvados objetivos, algo que a grandes rasgos le da igual a la sociedad. Si todos los miembros de esa comunidad fueran malvados ideales lo único que ocurriría es que todo empezaría a pudrirse poco a poco pero no habría una catástrofe. Todo el sistema se basaría en la transición de riquezas a favor de quien tome acciones para lograrlo y tal como todos serían malvados ideales entonces la situación sería, en pocas palabras, estable. Es fácil ver un ejemplo de ello en cualquier país cuyos dirigentes sean corruptos y cuyos ciudadanos ignoren las normas constantemente.
Cuando los estúpidos entran a escena el cuadro cambia completamente. Ellos causan daño sin dejar ningún tipo de ganancia. La riqueza se destruye y la sociedad empobrece.
La historia confirma que sin importar el periodo un país progresa siempre y cuando haya personas suficientemente inteligentes en el poder que sepan mantener a los estúpidos activos al margen sin permitirles destruir lo que los inteligentes han logrado. En un país con economía en recesión existe la misma cantidad de estúpidos pero la cúpula de la sociedad cuenta con más estúpidos y malvados, mientras que el resto de la sociedad está conformada por incautos. Tal configuración fortalece las consecuencias destructivas de los estúpidos y todo el país se va al diablo.
Fuente.